Ella anda por las calles pensando en lo que le ha pasado. Se lo ha pasado muy bien en la fiesta de su amiga, ha reído, ha llorado y a bailado a más no poder. Pero ahora siente el dolor en los pies de los tacones, y el cansancio en las piernas…
Es una noche muy fría de aquellas que parece que hasta va nevar, que te sale vaho cuando respiras y te engrifa la piel. No hay nadie por la calle, pero no tiene miedo, más de una vez ha recorrido estas calles en plena madrugada.
De pronto escucha unos pasos detrás suyo silenciosos y lejanos, no le da importancia y sigue andando tranquilamente. Pasada una, dos y tres calles los pasos cada vez se hacen más fuertes y más cercanos, un calofrío le recorre la espalda, pero sólo se acurruca más en ella misma para guardarse del frío.
Pasados 10 minutos los pasos persisten a la misma distancia que la anterior. Se gira para mirar quien es, es un hombre con gabardina veix y un sombrero no se le ve la cara ya que la sombra del sombrero se la tapa. Va con las manos en los bolsillos con los puños cerrados parece y con unos mocasines de piel.
No le da mucha confianza esa figura por lo que apresura el paso, el hombre sigue su paso cada vez más rápido.
Por fin ve el portal de su casa y decide ir corriendo. Muerta de miedo saca las llaves, el pulso le tiembla lo que hace más difícil encontrar la llave. La introduce en el pomo y la puerta se abre.
El hombre corriendo en el portal y lo cierra. Se queda de pie delante suyo saca las manos de los bolsillos y se saca los guantes de piel.
Ella está muy nerviosa pica el ascensor pero está ocupado, lo deja y se va por las escaleras el hombre la coge del brazo para que no se vaya, ella con los ojos llorosos empieza a chillar “¡Socorro!”. Lo único que consigue es que el hombre la coja por la cintura y le tape la boca, le dice que pare de chillar que será mejor para los dos, ella arruga las cejas sin comprender nada, el hombre le quita la mano de la boca y se quita el sombrero. Es un chico con ojos verdes y pelo castaño.
De pronto se hace un largo silencio el hombre la deja suavemente y ella se queda muda, de pronto el hombre dice:
“Elena soy yo, no se si te acordarás de mí pero soy un amigo tuyo. Hace muchísimos años que no me ves, pero yo no te he dejado de buscar nunca siempre te e tenido en mi ángulo de vista, lo que pasa es que nunca me he atrevido a decirte nada. Siempre te acompañaba a casa sin que te dieras cuenta.
He venido aquí a decirte, por fín, que sin ti no puedo vivir, necesito tocar tus labios, verte al despertar, tocarte el pelo, acariciarte la espalda y ver como esas cejas se arrugan mas de una vez. Sé que todo esto te sonará raro y si me dices que me vaya lo entendré pero necesitaba decírtelo porque ya no me puedo esconder más, te quiero par mí Elena.
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